Sembrar la Palabra, cultivar discípulos y cosechar nuevas iglesias, es sólo una manera de resumir un proceso más amplio que presentaré a continuación. Pero antes, permíteme aclarar un par de cosas:
- Cosechar iglesias es el fruto de un proceso espiritual, por lo tanto, la dirección del Espíritu Santo es absolutamente necesaria en cada etapa.
- Como todo proceso, cosechar iglesias lleva tiempo. Presentarlo de manera simple no significa que sea rápido. Algunas etapas llevarán semanas, otras, meses, e incluso alguna poco más de un año. De hecho, hay algunas que deben repetirse varias veces antes de dar fruto.
Si cumpliste con la tarea de leer Hechos 13-20, habrás notado estas cosas. Si no, vuelve a leer prestando atención al papel del Espíritu Santo y al tiempo y empeño que Pablo y sus colaboradores dedicaron a esta labor.
Ocho pasos para cosechar iglesias
Ahora comencemos con las partes del proceso, que, a grandes rasgos puede dividirse en los siguientes ocho pasos:
- Formar un equipo de trabajo. El Señor ha dotado de dones a toda Su iglesia con el fin de
edificarla. Esto también es necesario y útil en este proceso. Observa el ministerio de nuestro Señor Jesucristo y del apóstol
Pablo. Ellos identificaron, llamaron, capacitaron e integraron a otros como miembros de su equipo. ¿Por qué no deberías hacer lo mismo?
- Conocer la zona de trabajo. Este
paso es fundamental para avanzar hacia nuestro objetivo, ya que no podemos
predicar el evangelio de una manera eficaz si no conectamos con la comunidad a la que queremos alcanzar. Es mucho mejor elegir la semilla adecuada
para el tipo de terreno, que tratar de forzar el terreno para que acepte
la semilla que nos empeñamos en sembrar.
- Hacer nuevos contactos. Muchos
quisieran que este paso fuera solamente un paso de «evangelización», sin
embargo, es mucho más efectivo compartir el evangelio si primero establecemos cierta confianza con las personas a las que queremos alcanzar. Después de esto, podremos compartir el evangelio de manera personal, o bien, a través de un estudio bíblico grupal.
- Establecer grupos de estudio bíblico.
Este es el mejor espacio para que nuestros nuevos contactos conozcan el
evangelio, pues al estudiar la Biblia semana tras
semana, conocerán a Jesucristo a través de su Palabra, multiplicando las posibilidades de rendirse a Él a su debido tiempo. Esto es mucho mejor que una
«decisión» apresurada (y en muchos casos, hasta cierto punto, forzada) en una «conversación evangelística». Este espacio también será útil para acompañarlos
e impulsarlos en su desarrollo espiritual.
- Integrar a los nuevos miembros. Es
necesario que todos aquellos que han entregado su vida a nuestro Señor y
Salvador Jesucristo se integren a la iglesia local, aunque ésta se
encuentre todavía en formación. Este compromiso sienta las bases de la
nueva iglesia y ayuda a los nuevos creyentes a ocupar su lugar en
ella.
- Entrenar nuevos líderes. Aunque ya
se cuenta con un equipo humano activo para esta labor, el sembrador y su
equipo deben seguir identificando, llamando, entrenando y colocando nuevos líderes que
les ayuden en el trabajo. Al entrenar a los nuevos miembros como líderes, la nueva iglesia se fortalece significativamente, al tiempo que se
impulsa aún más la madurez espiritual de los nuevos creyentes.
- Iniciar los cultos de adoración.
Muchos comienzan con esto, sin embargo, el culto de adoración
debe ser una respuesta a la necesidad que los nuevos creyentes tienen de
adorar a Jesucristo, con quien se han comprometido. El culto sólo debe comenzar una vez que les hemos instruido acerca de su importancia y la manera correcta de llevarlo a cabo.
- Estructurar la nueva iglesia. La
nueva iglesia debe adoptar una estructura bíblica que le permita
administrarse a sí misma bajo los preceptos de Dios y le facilite y le
impulse para seguir alcanzando a su comunidad con el evangelio, y aún, a repetir este proceso en otras comunidades.
En este punto quizá te estés preguntando: «¿Dónde ha quedado lo de sembrar, cultivar y cosechar?». Bien, sin la intención de ser minucioso, podemos decir que los pasos uno y dos conforman la fase de preparación (no del terreno, como muchos enseñan, sino principalmente de los sembradores y la semilla); el paso tres corresponde a la fase de la siembra; los pasos cuatro al seis son la fase del cultivo; y, por último, los pasos siete y ocho corresponden a la cosecha.
Si el Señor lo permite, seguiré compartiendo más detalles de cada paso del proceso; por lo pronto memoriza los ocho pasos y vuelve a leer Hechos 13-20 tratando de identificarlos.
***
Publiqué un archivo en Google Docs para recibir tus comentarios y afinar esta serie. Si piensas que algo podría presentarse con una mayor claridad, por favor deja un comentario en ese archivo. Será muy útil para mejorar este trabajo.